Por fin!, aquí,
nada más,
en mi mercado,
como un soldado de la ternura,
con un cascabel en mi mano y otro en mi cabeza,
con la saliva deslizándose por mi mentón,
y fluyendo por éste útero pasajero
cual jugo amniótico, enjuagándome,
lavándome, sosteniéndome.
A veces me duele la vida,
y a veces me da estas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario