El aquí-ahora me espera siempre,
se abanica, bosteza, perdura.
Nos estamos encontrando cada vez más seguido.
Después de pagarle su usurera renta al deseo,
me hastío, y vuelvo a la renuncia, al néctar.
Ahí nacen nuevas patrias,
se revelan recetas
y los corazones ceden.
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