Como papa frita sambulliéndose en el ardor
y el frenesí del acto,
así quiero estar, asi estaré, o asi no estaré nunca
en la mismísima redención del ofertón romántico,
resbalándome en la cresta de la ola
del mar de la ridiculez.
Presintiendo la insignificancia, inbtolerable,
insoportable y mala persona.
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