La camisa de fuerza cumplió su misión,
no se necesitan más shock eléctricos,
no puede moverse.
Después de la insolencia
y la tierna invalidez del que perdió;
comienza a moverse el polvo,
a escurrir el agua por la mesa,
casi como las nubes en el gólgota
horas antes de la muerte de Jesús,
como en silencioso y místico acuerdo.
Yo, aquí me quedo, hasta luego.
Espérame, no te vayas,
siempre es necesario darte la mano,
abrazarte, mirarte, olvidarte, recordarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario