Vuelo,
como lanzado por un petardo,
como parroquiano que recién bebió ayahuasca,
con la velocidad de una canción de iron maiden,
me aparezco en todas partes.
Vuelo desbocado,
a escribir en las paredes de Santiago
que tu cándida palidez es una prueba
de que el mármol de carrara es un material depreciable
que los surcos de tus mejillas al sonreir,
son tus argumentos espirituales
para enamorar hasta a un ratón de cola pelá.
Por eso,
sabiendo que estoy siendo incoungruente y destemplado
aún así, voy volando con mi cara llena de risa,
a seguir pintando las murallas de la plaza Brasil,
la rivera del mapocho, los vidrios polarizados de los edificios de Apoquindo,
los baños de las fuentes de soda, y del Estadio Santa Laura,
como un ángel revolucionario,
ya sabes; "aún tenemos patria",
"seamos relistas , hagamos lo imposible",
por ejemplo.
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