El sol me quema las manos,
mi pelo me enreda las piernas
y me bota hacia lo verdadero,
no hay peligro en esta comarca,
no existen los finales,
la borrachera es interminable,
a veces inaguantable.
Las monedas se transforman en palabras curanderas y
el río a veces se detiene para mirarme.
Cuando me vengo al planeta de las aspirinas y
me vuelvo a maquillar de títere ausente,
construyo caminos, doy la vuelta a la manzana
y doy el centro para un golazo.
A veces vuelvo a la comarca.
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