El sol de las mañanas primaverales de la calle Concha y Toro,
me vienes susurrando desde Recoleta,
desde la lagaña que me cubre en el inicio diario.
Sol paternal que me defiendes por un rato de las incertidumbres
e instalas la alegría obligada.
Contra esa dictadura nadie quiere reclamar.
El sol de las mañanas primaverales de la Calle Concha y Toro
instala pianos en mis manos,
y no se escandaliza ni alborota
con su sonrisa.
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