La libertad se viste de guerrera
y se asoma clandestina,
se pinta la cara para mí.
Me desdice a cada instante,
me arroja a la paz última,
a la verdadera pereza,
aquella que se logra
con la laboriosa rigidez de poner atajo a la eagerada diplomacia
y con la oportuna flexibilidad que nos brinda la humildad.
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