Te invitaría siempre,
a mirarme de frente,
a colgar tus labios en mi memoria.
Te cantaría todas las canciones que me pidieras
con el vértigo del inexperto,
del ineficaz, del ilusionado,
de lo nuevo.
Te invitaría a un abrazo eterno
y a sentar nuestros miedos en frente de nosotros
y mirarnos de nuevo
con amor, en silencio.
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